Pedro Montengón y Paret
De ascendencia francesa (sus abuelos paternos fueron los comerciantes franceses Juan Montengón y María Larraux, establecidos en Alicante), su padre, Pedro Montengón Larraux, casó en 1743 con Vicenta Paret, unión de la que nacieron quince hijos, de los que el segundo fue el novelista que nos ocupa. Tuvo por padrinos a otros mercaderes franceses establecidos en Alicante.
Nacido en Alicante el 17 de julio de 1745 y falleció en Nápoles el 14 de noviembre de 1824. Fue un prolífico escritor que brilló en todos los campos literarios, como poeta, narrador, dramaturgo y traductor. ) exjesuita español de la Ilustración y disidente, que salió en 1767 a Italia.
El 25 de noviembre de 1759, por deseo de sus padres, ingresó como novicio en la Compañía de Jesús en Valencia, donde tuvo como profesor a Antonio Eximeno[1]. Estudió también, cumplido el noviciado, en el colegio de Tarragona. Entre 1763 y 1765 estudia filosofía en Gerona. Sus superiores le encargaron la clase de gramática en Onteniente.
Consecuencia del decreto de Expulsión de los Jesuitas, el 20 de abril de 1767, se reunieron todos los jesuitas de la provincia de Aragón en Tarragona. Allí embarca para Italia. Sin embargo, eso no fue precisamente por ortodoxia, ya que por escritos autógrafos suyos, se sabe que entró en la Compañía de Jesús por deseo expreso de sus padres y que salió de España porque el Superior no atendió sus súplicas.
Ya en Italia escribió tales sátiras contra la filosofía aristotélica predicada por los jesuitas, que la orden le tuvo poco menos que por un hereje y como tal le acusaron ante los comisarios reales. Estos le retiraron la pensión de la cual vivía. En esta sátira, se ridiculiza el sistema de enseñanza jesuita citando los nombres de muchos de sus condiscípulos y maestros.
Marchó con sus compañeros expulsos a Ferrara, donde estudió Teología y, dos años más tarde, abandonó la orden. Tras la publicación de su citada sátira, las protestas hicieron que se le retirara la pensión como exjesuita, aunque por breve tiempo. En Ferrara hizo amistad con otro importante ilustrado, Juan Andrés y Morell[2], y Carlos III dobló su pensión en atención a sus méritos literarios. De 1778 son sus Odas, firmadas con el pseudónimo de Filopatro.
SUS OBRAS. –
Eusebio es una novela educativa que apareció en cuatro partes. Denunciada a la Inquisición en 1799, la obra pasó por un proceso a causa del cual tuvo que reescribirla y publicar una edición enmendada en 1808.
Es la obra más importante de Montengón en la que reflejó sus ideas pedagógicas y planteamientos paralelos, a Rousseau. En el siglo XVIII este ilustrado llegó a vender 70.000 ejemplares, todo un bestseller en aquella época. Se consideró a Montengón el Rousseau español.
El año de su matrimonio, Montengón publica Antenor (1788), obra antibelicista inspirada en la Eneida de Virgilio y en el Telémaco de Fénelon. Al año siguiente, concluye Eudoxia, hija de Belisario, relatando los amores de ésta con Maximio, entre referencias a las tesis, muy modernas que defiende el autor, que reflejó en este libro: el interés por la educación de las mujeres en igualdad con los hombres. Montengón sostiene que las mujeres tienen igual capacidad y han de recibir instrucción general.
En 1790 lo encontraremos en Venecia, donde publica El Rodrigo, extenso relato en doce partes precedida cada una de una «invocación» cuyo género literario vacila entre la novela histórica y la épica culta. Este romance épico, en prosa, ambientado en el siglo VIII, refleja el tema legendario de la violación de la hija del Conde don Julián, la ocupación de España por los musulmanes y el fin del reino visigodo.
Sorprende su última obra: El Mirtilo o Los pastores trashumantes de 1795. La trama es mínima: Mirtilo, desengañado de la Corte, marcha al campo y cultiva la poesía. Podría ser la última novela pastoril de la literatura española. Montengón volverá a España en 1800 y traducirá la obra del falso bardo céltico Ossián.
Fue expulsado de nuevo como jesuita en 1801, año en que publicó otra obra (Frioleras eruditas y curiosas para la pública instrucción) y regresó a Nápoles, donde estableció su residencia y murió. En las Frioleras se encuentran, un discurso sobre el buen gusto en las artes y las ciencias, cortas disertaciones sobre el sistema económico romano y sobre el politeísmo entre los latinos; exposiciones sobre la medición de la latitud y la longitud terrestre y sobre curiosidades de la naturaleza. De sus últimos años es un poema de épica culta, La conquista de México (1820).
Entre sus múltiples aportaciones destacan su estilo en algunas de sus obras: poemas deudores del estilo de fray Luis de León y Fernando de Herrera, o el innovador modelo de educación que defendió para la época. Tradujo además cuatro tragedias de Sófocles. Su azarosa existencia fue tal vez un acicate para que llegase a vislumbrar una sociedad justa, fraternal y solidaria, donde coincidían las felicidades del individuo y la república; utopía que trató de reflejar en todos sus libros.
En la actualidad, se le recuerda dando nombre a una callejuela del barrio de Santa Cruz, en la falda del monte Benacantil, coronado por el magníficamente cuidado Castillo , y bajo la benévola mirada del último señor musulmán, tallado por el tiempo y los elementos.
[1] Antonio Eximeno Pujades, nació en Valencia el 26 de septiembre de 1729 y falleció en Roma el 9 de junio de 1808. Ejemplo de intelectual jesuita, fue matemático, filósofo y musicólogo español. Fue profesor de retórica en el Seminario de Nobles de Valencia y de matemáticas en el Colegio de San Pablo de la misma ciudad. Fue también profesor del Real Colegio de Artillería de Segovia donde pronuncia su discurso de inauguración con una exhortación dirigida a los jóvenes cadetes, en las que proclama que la finalidad perseguida era la de crear un colegio de héroes que propagase en España el talento y el espíritu militar. Expone en su discurso el sistema educativo, que supone el enfoque de la enseñanza artillera desde la base imprescindible de la base teórica matemático-científica de la práctica artillera.
[2] Juan Andrés y Morell (Planes, Alicante, 15 de febrero de 1740/Roma, 12 de enero de 1817), sacerdote jesuita español y escritor en lenguas española, italiana y latina, fue un humanista, científico y crítico literario de la Ilustración, padre de la Literatura universal y comparada. Es considerado la principal figura de la Escuela Universalista Española del siglo XVIII.