El Regimiento de Infantería San Fernando 11 tiene sus orígenes en la Guerra de la Independencia española, concretamente, el 5 de mayo de 1808, en el que Don Francisco de Rovira organiza la sublevación contra las tropas francesas en la zona del Ampurdán, organizando con varias partidas una unidad que se denominó «Tercio del Ampurdán 1», de la que fue primer jefe D. Manuel de Montesinos.
En el año 1809, se organizan las denominadas «Legiones Catalanas», por lo que el Tercio del Ampurdán pasó a ser conocido como «Tercio de la Primera Legión de Infantería»
En el año 1811 cambia su nombre por el de «Regimiento de San Fernando de Infantería de Línea”. Finalizada la guerra de la Independencia toma el 57 de los de la Infantería y pasa a ser el «Regimiento de Infantería San Fernando 57”, que fue disuelto en 1815 al pasar a Ultramar.
Se vuelve a organizar la unidad en 1825 con el nombre de «Regimiento 10º de Cataluña», para en ese mismo año pasar a «Regimiento de Infantería de Línea 10» y un año más tarde en 1826 recuperar el nombre de San Fernando y conocérsele como «Regimiento de Infantería San Fernando 10». En el año 1831 tomo el nombre de «Regimiento de Infantería San Fernando 11».
Reorganizada la Infantería en Batallones en el año 1844 se forman los batallones «Batallón de Infantería San Fernando 31», «Batallón de Infantería Sevilla 32”, «Batallón de Infantería Tarifa 33», hasta que en el año 1844 vuelve a tomar el nombre de «Regimiento de Infantería San Fernando 11». Dividido en tres batallones en 1925 para la lucha en Marruecos, el primer batallón sirve de base para la formación del «Batallón de Cazadores de África 13», que en 1929 pasa a ser el «Batallón de Cazadores San Fernando 3» y, finalmente con la agregación de varias Unidades, vuelve a convertirse en regimiento con el nombre de «Regimiento de Infantería San Fernando 11»
En el año 1931, destinado a Alcazarquivir (Larache), cambia su denominación por la de «Regimiento de Infantería 40», siendo disuelto ese mismo año pasando su historial al «Batallón de Cazadores África 1», que posteriormente pasa a denominarse “Batallón de Cazadores de Larache 1 y 2”, en 1935 con el que comienza la Guerra civil española en 1936.
Finalizada la Guerra Civil se organiza el «Regimiento de Infantería 59», que recoge el historial y la bandera del Batallón de Cazadores y posteriormente en 1943 vuelve a llamarse en Alicante, el «Regimiento de Infantería San Fernando 11», que pasa posteriormente de guarnición a Ifni.
En 1960 se organiza la «Agrupación de Infantería San Fernando 11», para finalmente en 1963 volver a ser el «Regimiento de Infantería San Fernando 11», integrado en 1965 en la Brigada DOT III con el que es disuelto definitivamente en el año 1985.
Participó en las Guerras Carlistas, Guerra de África, 1859-60; Guerra de Cuba en dos ocasiones; Campaña de Melilla, 1893; Guerra del Rif, 1909; Campaña del Kert, 1911-12 y Campaña del Rif, 1920-21. En esta última, la unidad tenía a su cargo la zona de Drius y sus tropas defendían 21 destacamentos. Durante el desastre de Annual perdió más de 1.800 hombres.
LOS VOLUNTARIOS DE NOVIEMBRE DE 1962
En el momento de nuestra incorporación a filas, al Regimiento de Infantería San Fernando 11, en el hoy desaparecido Cuartel de Benalúa, Compañía de Morteros de 120, éramos un grupo muy joven y heterogéneo. Nacidos en la década de 1940, casi recién terminada la Guerra Civil, todos queríamos cumplir nuestro deber militar lo antes posible, cada uno por sus propios motivos, generalmente por estudios o trabajo.
Éramos unos 70 y, salvo excepciones, desconocidos entre sí hasta ese momento. La convivencia diaria del grupo, la instrucción, las marchas, las prácticas de tiro, las guardias y las clases teóricas de temas militares, fueron forjando entre nosotros una camaradería y amistades duraderas y muy firmes, que solo se dan en la Institución Militar, y que perduran en el tiempo. Tras el periodo de instrucción, se fueron asignando destinos y el grupo se fue disgregando, aunque la amistad que surge en el ejército, distinta de cualquier otra, se mantiene.
Una especial mención a nuestros mandos, jefes, oficiales y suboficiales, que tuvieron que lidiar con este grupo díscolo, bullicioso y a veces indisciplinado, al que inculcaron los valores militares y la disciplina necesarios para el buen funcionamiento de la Institución. Como es normal, al final, triunfó el respeto y la comprensión mutua.
El pasado 2017, celebramos nuestro 55 Aniversario de Jura de Bandera con actos muy emotivos, por la falta de un cierto número de compañeros, fallecidos unos y otros con graves problemas de salud. Tras la misa celebrada, se cantó con mucha emoción, “La muerte no es el final”.
Es una experiencia que marca toda la vida, de aplicación a la posterior vida civil. Se adquiere un fuerte sentido de la jerarquía y se asume como un deber casi religioso, la férrea obligación del cumplimiento del deber que, en tiempos difíciles, puede ayudar a salvar la vida propia, de los compañeros y de los ciudadanos. Lecciones de vida, que muchos creemos que, serian de gran valor para la juventud actual, bastante desorientada y muy necesitada de entender que en la vida no solo se tienen derechos, que también hay obligaciones y necesidad de disciplina para llevarlas a cabo, en especial cuando está en juego el bien común.
En los próximos días de noviembre del presente 2019, volveremos a reunirnos para conmemorar nuestra incorporación a filas hace ya 59 años, con la ausencia, desgraciadamente, de muchos compañeros algunos por enfermedad y otros porque Dios, con sus inescrutables designios llamó a su lado antes que a los demás.
Personalmente, cada vez que paso por el terreno que ocupó el Cuartel, no puedo evitar una extraña sensación de vacío y de melancolía por aquellos tiempos pasados.