Con frecuencia me sorprende la facilidad con la que militantes (violentos ) de partidos, más o menos próximos al comunismo y a los nacionalismos, tratan de ofender a quienes no piensan como ellos llamándoles “facistas”, y lo escribo tal cual lo pronuncian. No tienen conocimiento de lo que históricamente y en la actualidad, representan esas ideologías: pensamiento único, intolerancia, ingeniería social sobre niños y jóvenes, tendencia a ejercitar la violencia y a veces la eliminación contra los que no piensan como ellos, entre otras. Tienen ejemplos muy actuales y próximos, donde ilustrarse y abrir los ojos del entendimiento, p. ej. Cuba, Corea del Norte, Venezuela y todo el resto de países que se autodenominan bolivarianos o, del “socialismo del siglo XXI”, que como sabemos han llevado a sus países al desastre social y económico mientras sus dirigentes amasan de forma ilícita enormes fortunas.
En estos temas, tengo debilidad por dos autores cuya capacidad de análisis y claridad de juicios siempre me ha fascinado. Son el profesor Friedrich A. Hayek y Jean François Revel.
Del segundo me ha impresionado la profundidad de los análisis de la realidad política tras la II Guerra Mundial con Europa partida en dos por el comunismo y los intelectuales de todo occidente creyendo todavía, de buena fe o por interés, en las virtudes del comunismo. Su libro lleva por título “El conocimiento inútil”. En él analiza que, a pesar de que todos sabían el horror que habitaba tras el muro comunista, seguían apoyando a aquel régimen horroroso.
El primero es todavía más interesante, porque el libro del cual voy a transcribir algunos textos ilustrativos, publicado en 1940, ya pone de manifiesto lo que representaba el socialismo y su identidad con el “fascismo y el nacionalsocialismo”, aunque “más cruel, bárbaro, injusto, inmoral y antidemocrático, incapaz de redención por una esperanza o un escrúpulo”.
En fin ofrezco unos fragmentos del capítulo del libro que lleva por título “La gran utopía” y que cada uno saque sus propias conclusiones:
Camino de servidumbre
[…] la promesa de una mayor libertad se ha convertido en una de las armas más eficaces de la propaganda socialista, y la creencia en que el socialismo traería la libertad es auténtica y sincera. Pero esto no haría más que agrandar la tragedia si se probase que lo que se prometió como el Camino de la Libertad, sería de hecho la Vía de la Esclavitud. […] la promesa de una mayor Libertad es responsable de haber atraído más y más liberales al camino socialista […] El socialismo fue abrazado por la mayor parte de los intelectuales como el heredero presunto de la tradición liberal.
En los últimos años, sin embargo, los viejos temores acerca de las imprevistas consecuencias del socialismo se han declarado enérgicamente, una vez más, desde los lugares más insospechados. Observador tras observador, […] se han visto impresionados por la extraordinaria semejanza, en muchos aspectos, entre las condiciones del «fascismo» y el «comunismo». Mientras los «progresistas», en Inglaterra y en los demás países, se forjaban todavía la ilusión de que comunismo y fascismo representaban los polos opuestos, eran más y más las personas que comenzaban a preguntarse si estas nuevas tiranías proceden de las mismas tendencias. Incluso (muchos) comunistas han tenido que vacilar ante testimonios tales como el de Mr. Max Eastman, viejo amigo de Lenin, quien se vio obligado a admitir que, «en vez de ser mejor, el estalinismo es peor que el fascismo, más cruel, bárbaro, injusto, inmoral y antidemocrático, incapaz de redención por una esperanza o un escrúpulo», y que es “mejor describirlo como superfascista”; y cuando vemos que el mismo autor reconoce que «el estalinismo es socialismo, en el sentido de ser el acompañamiento político inevitable, aunque imprevisto, de la nacionalización y la colectivización que ha adoptado como parte de su plan para erigir una sociedad sin clases” , su conclusión alcanza claramente un mayor significado.
[…] Mr. Eastman […] no es en modo alguno […] el único observador simpatizante del experimento ruso que llega a conclusiones semejantes. Unos años antes, Mr. W. H. Chamberlin, que durante doce años como corresponsal norteamericano en Rusia ha visto frustrados todos sus ideales, resume las conclusiones de sus estudios sobre aquel país y sobre Alemania e Italia afirmando que «el socialismo ha demostrado ser ciertamente, por lo menos en sus comienzos, el camino NO de la libertad sino de la dictadura y las contradictaduras, de la guerra civil de la más feroz especie. El socialismo logrado y mantenido por medios democráticos parece definitivamente pertenecer al mundo de las utopías».
[…] un escritor inglés, Mr. F. A. Voigt, tras muchos años de íntima observación de los acontecimientos en Europa como corresponsal extranjero, concluye que «el marxismo ha llevado al fascismo y al nacionalsocialismo, porque, en todo lo esencial, es fascismo y nacionalsocialismo». Y el Dr. Walter Lippmann ha llegado al convencimiento de que:
“…la generación a que pertenecemos está aprendiendo por experiencia lo que sucede cuando los hombres retroceden de la libertad a una organización coercitiva de sus asuntos. Aunque se prometan a sí mismos una vida más abundante, en la práctica tienen que renunciar a ello; a medida que aumenta la dirección organizada, la variedad de los fines tiene que dar paso a la uniformidad. Es la némesis de la sociedad planificada y del principio autoritario en los negocios humanos».
[…] aquellos hombres que como ciudadanos de los países ahora totalitarios, que han vivido la transformación y se han visto forzados por su experiencia a revisar muchas de sus creencias más queridas. Citaremos como ejemplo […] a un escritor alemán, que llega a la misma conclusión, quizá con más exactitud que los anteriormente ciados:
El completo colapso de la creencia de que son asequibles la libertad y la igualdad a través del marxismo [escribe Mr. Peter Drucker], ha forzado a Rusia a recorrer el mismo camino hacia una sociedad no económica, puramente negativa, totalitaria, de esclavitud y desigualdad, que Alemania ha seguido. No es que comunismo y fascismo sean lo mismo en esencia. El fascismo es el estadio que se alcanza después que el comunismo ha demostrado no ser más que una ilusión, tanto en la Rusia estalinista como en la Alemania anterior a Hitler.
[…] significativa es la historia intelectual de muchos de los dirigentes nazis y fascistas. Todo el que ha observado el desarrollo de estos movimientos en Italia o Alemania se ha extrañado ante el número de dirigentes, de Mussolini para abajo (sin excluir a Laval y a Quisling), que empezaron como socialistas y acabaron como fascistas o nazis. […] y es todavía más verdad de las filas del movimiento: La relativa facilidad con que un joven comunista puede convertirse en un nazi, o viceversa, se conocía muy bien en Alemania, y mejor que nadie lo sabían los propagandistas de ambos partidos.
El genocida Stalin
El 15 de mayo de 1939, Santiago Carrillo escribió una carta desde París a su padre, Wenceslao, llena de resentimiento y odio por haber apoyado a Casado, Miaja, Besteiro y la Junta de Defensa Nacional para terminar la guerra civil. No resisto el publicar un fragmente de la misma que es muy revelador del personaje.
“[…] Unos y otros sentís el mismo odio al gran país del socialismo, la Unión Soviética, y al jefe de la clase obrera mundial, el gran Stalin, porque son la salvaguardia de todos los pueblos que luchan por la libertad […] y yo soy un militante fiel del Partido Comunista de España y de la gloriosa Internacional Socialista.[…] Cada día es mayor mi amor a la Unión Soviética y al gran Stalin…”
Produce autentico horror leer esas alabanzas al individuo que eliminó en su país más de veinte millones de personas y puso en marcha el sistema que ha acabado con unos 120 millones en todo el mundo.
¿Tiene alguien duda, a la vista de la experiencia ya vivida en los países de la órbita comunista, de cuál hubiera sido el futuro de España de ser otro el resultado de la Guerra Civil?