EL PROGRESISMO EN EL S. IV A.C.

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ARISTÓFANES

Con el fin de poner de manifiesto lo avanzado de las ideas que propugnan algunos grupos políticos  en nuestra España actual, no resisto la tentación de traer a este blog las vigentes en la Atenas del siglo IV A.C.

 Aristófanes, (Atenas, 444 a. C.-385 a. C.) fue un comediógrafo griego, principal exponente del género cómico. Vivió durante la guerra del Peloponeso, época que coincide con el esplendor del imperio ateniense. Vivió también la derrota ante Esparta y también el resurgimiento de la hegemonía ateniense a comienzos del siglo IV a. C.

Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas (políticas, filosóficas, económicas y literarias) en la Atenas de aquella época.

En el año 392 A.C., durante las fiestas urbanas en honor de Dionisos, Aristófanes presenta su comedia Ecclesiazusae o Las Congresistas. En ella describe con mucha ironía unas ideas de moda en la Atenas de la época. Las mujeres de la ciudad, con barbas falsas y disfrazadas de hombres, llegan a la asamblea y por voto mayoritario aprueban una resolución transfiriendo todo el poder del Estado a las mujeres. Utilizan su poder para tomar una serie de medidas, que se detallan en el diálogo entre Praxágora, la líder de las mujeres, y su marido, Blepyros. He aquí algunas citas:

PRAXÁGORA: Propiedad Comunal Universal Obligatoria, esto es lo que me propongo hacer; igualdad económica para todo y todos, para sanar todas las heridas que marcan la cara de nuestra sociedad. No más divisiones entre pobres y ricos… Todos llevaremos la misma vestimenta, y compartiremos la misma comida… Mi primer paso será hacer que la tierra, el dinero, y todas las demás propiedades personales y reales sean comunales.

 BLEPYROS: Pero y en el caso de los que son ricos de manera invisible… porque esconden su plata y su oro en sus bolsillos. ¿Qué pasa con ellos?

 PRAXÁGORA: Depositaran todo el oro y la plata en el Fondo…Derribaré los muros y remodelaré la Ciudad para convertirla en una familia grande y feliz, en la que todos puedan entrar y salir a su antojo…Reuniré a todas las mujeres para crear un rebaño público que todos los hombres que quieren acostarse con ellas y tener bebés puedan usar.

 BLEPYROS: En un sistema de este tipo un padre tiene que ser muy listo para reconocer a sus propios hijos

 PRAXÁGORA: ¿Y para qué le hace falta? La edad es el nuevo criterio: los niños a partir de ahora serán descendientes de todos los hombres que pudieran haberlos engendrados…

 BLEPYROS: ¿Quién trabajará la tierra y producirá la comida?

 PRAXÁGORA: Los esclavos. Y esto nos deja solo una función cívica: cuando caen las sombras de la noche, bajar pulcramente ataviado a cenar….

El Estado no va a escatimar. Su mano está completamente abierta, su corazón es grande, alimentará a sus gentes sin cargo alguno, luego les facilitará antorchas para que cuando hayan acabado de cenar puedan ir a cazar por diversión.

 Seguro que el lector ya se ha dado cuenta de la existencia de muchas de las características de una doctrina familiar […] las clásicas proclamas del programa que contiene el Manifiesto Comunista.

 En “Principios del Comunismo”, documento escrito por Engels cuando estaba preparando el Manifiesto Comunista:

“Entre las primeras medidas a tomar tras la revolución, está:

8) la educación de los niños, desde el momento en que puedan desenvolverse sin ayuda de la madre, la llevarán a cabo instituciones estatales y a cargo del estado”

 Vemos disimulado en la fraseología Hegeliana de Marx y en la bufonería de Aristófanes  casi el mismo programa:

  1. Abolición de la propiedad privada.
  2. Abolición de la familia: p.e., comunidad de esposas y ruptura de los vínculos entre padres e hijos.
  3. Puramente prosperidad material.

Nos enfrentamos a un conjunto de ideas con ciertas características llamativamente duraderas y que han permanecido casi inmutables desde la antigüedad hasta nuestros días. Aplicaremos a tales ideas el término “socialismo milenarista”.

Vamos a ver como lo complementa Platón en su “Republica”:

 “Parece pues que tenemos que empezar por una censura de nuestros narradores, dejando pasar lo que hacen bien y rechazando lo que no hacen bien”. Lo que hacen “bien” no tiene que ver aquí con las cualidades estéticas de las historias y mitos sino con su función educativa. Son malas historias aquellas “que Hesíodo y Homero, y demás poetas, nos cuentan”. Además “¿Deberíamos permitir sin resistencia que nuestros hijos escuchen historias cualesquiera elaboradas por profesores cualesquiera y así implantar en sus mentes opiniones en su mayor parte contrarias a aquellas que pensamos que son las que deberían tener cuando sean adultos?”.

 Todas las historias que pudieran inspirar una falsa impresión de la divinidad están prohibidas, al igual que aquellas que describen la crueldad de los dioses, sus riñas y sus aventuras amorosas, y las que sugieren que los dioses puedan ser causa de desgracia: “…tenemos que mantener de todas las formas posibles que ni nadie pueda afirmar esto en su propia ciudad, si está bien gobernada, ni nadie pueda oírlo, ni los jóvenes ni los mayores, ni nadie contando una historia en prosa ni en verso.” Todas las obras poéticas que hablen de los horrores del infierno y de la muerte tienen que ser suprimidas, al igual que todas aquellas que hagan referencia al miedo o al dolor, todo esto obstaculiza el desarrollo del valor. Los guardianes no deben ver nada atemorizante en la muerte. Está prohibido hablar de la justicia del destino, que las personas justas y honestas puedan padecer desgracias y que los deshonestas e injustas puedan llevar vidas felices. Está prohibido criticar a los líderes o escribir acerca de cualquier manifestación de miedo, dolor, hambre o muerte.

Platón,  redondea el esquema, añadiendo a las tres condiciones anteriores una cuarta que podríamos enunciar así:

4.- Abolición de la religión, o si se quiere del sentimiento religioso.

Y ya tenemos bien sentados los principios sobre los que se asienta toda la doctrina socialista posterior y todos los totalitarismos actuales, incluyendo los nacionalismos excluyentes: hay que adoctrinar a los jóvenes,  “¿Deberíamos permitir sin resistencia que nuestros hijos escuchen historias cualesquiera elaboradas por profesores cualesquiera y así implantar en sus mentes opiniones en su mayor parte contrarias a aquellas que pensamos que son las que deberían tener cuando sean adultos”.

 Lo anterior es un fragmento del libro del profesor Shafarevich “El Fenomeno Socialista”, traducido y editado por mí mismo y publicado por Editorial Ultima Línea.

 ¿Está claro por qué lo primero a que se han dedicado los nacionalistas y los totalitarios es a controlar la enseñanza y la educación? El esquema se ha repetido a lo largo de la historia. Véase el magnífico libro del profesor Sosa Wagner, “El Estado fragmentado”, en el que se analiza la fragmentación y derrumbe del Imperio Austrohúngaro. Es  exactamente el programa que han seguido vascongados y catalanes y si alguien me demuestra lo contrario, con gusto me pago unas copas para discutirlo.

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