LA REPÚBLICA DOMINICANA
La primera isla descubierta por Cristóbal Colón en 1492, fue la de Guanahaní, a la que el almirante llamó San Salvador. No se conoce con certeza cuál fue aunque en la actualidad hay un número elevado que reclaman ese honor.
Continuando con su navegación, según cita en su diario, encontró otras a las que fue dando nombres: Fernandina, Juana y Española o Isla de Sto. Domingo, etc. Esta isla pronto se utilizó como base desde la cual la metrópoli controlaba la mayor parte de la América conocida en los primeros momentos. La República Dominicana ocupa los dos tercios orientales de esta isla caribeña y Haití ocupa el tercio occidental.
La historia del tabaco en la República Dominicana es, por tanto, anterior a la de las otras procedencias de tabaco. Fue de la Española de donde Rodrigo de Jerez, marinero de este primer viaje, trajo los primeros tabacos a España y empezó a utilizarlos como los indios lo hacían, lo que le ocasionó serios problemas con la Inquisición que lo mantuvo como “invitado” durante ocho años en una de sus prisiones. El pobre Rodrigo, vio con estupor al salir de su cautiverio de ocho años, que fumar o aspirar polvo de tabaco se había convertido en algo tan habitual como beber un vaso de vino.
Al igual que en el resto de islas de la zona, allí creció el tabaco durante miles de años. Era cultivado y fumado por la población indígena, los Taínos y los Arawak, siglos antes de la llegada de Colón. Los chamanes de las tribus los utilizaban en sus rituales mágicos y curativos.
La República Dominicana tiene una superficie de 48.670 kilómetros cuadrados y unos 9,5 millones de habitantes. España, potencia colonial hasta 1844, no se interesó demasiado por sus hojas de tabaco, concentrando todos sus esfuerzos en el comercio de tabaco en Cuba. Sin embargo, la tradición de la fabricación de tabacos estaba arraigada en República Dominicana y, sobre todo, en la ciudad de Santiago de los Caballeros, corazón del Valle del Cibao, que pasa por ser la capital mundial del cigarro Premium.
A principios del siglo XX, existían ya en la ciudad un centenar de fabricantes de cigarros, algunos muy importantes como la Tabacalera Anónima Dominicana (TABADOM). El dictador Leónidas Trujillo, cuyo periodo de gobierno se extendió durante 31 años, puso todo su empeño en «nacionalizar» la pujante industria tabaquera del país. De todas aquellas empresas tabaqueras, la única que sobrevivió a la dictadura de Trujillo fue La Aurora, fundada por Eduardo León Jiménez el 3 de octubre de 1903, en Don Pedro, Santiago de los Caballeros. Resistió los envites de Trujillo y es hoy la que sigue funcionando, más de un siglo después, exportando su productos a los cinco continentes. De la alta calidad de sus elaborados puedo dar fe por propia experiencia.
D. Eduardo León Jiménez
Sin embargo, antes de la revolución cubana de 1959, la República Dominicana era algo así como el hombre pobre en el negocio del tabaco. Producía un tabaco oscuro que era considerado demasiado suave y falto de aroma. En consecuencia, no existía demanda de cigarros dominicanos en el mercado internacional. No obstante, el país presenta unas excelentes condiciones para las plantaciones de tabaco. Está localizado del otro lado del Caribe, pero disfruta casi del mismo clima y suelo que Cuba para el cultivo del tabaco.
Entonces llegó la revolución cubana. Si Castro fue un desastre para la economía de su país, se puede asegurar que Castro es lo mejor que le ha ocurrido a la República Dominicana. Toda una generación de emigrantes cubanos se instaló en la República Dominicana, entre ellos, muchos especialistas en tabaco que empezaron a cultivar las variedades más aptas para aquel entorno importando semillas cubanas de calidad. Con ello, las plantaciones se multiplicaron por toda la isla, aunque la mayor parte del tabaco todavía se destinaba para la exportación a fábricas de Europa o Estados Unidos, donde se usaba para elaborar cigarros a máquina de segunda clase o cigarrillos.
Fue después del embargo USA de 1962 cuando empezaron los mejores tiempos para la industria dominicana, aunque no hasta el punto que se esperaba. Los Estados Unidos consumían el ochenta por ciento de la producción cubana pero, en lugar de dirigirse a la República Dominicana para mantener su nivel de importación empezaron a comprar por los distintos países del cinturón tropical caribeño.
El gobierno dominicano, con visión de futuro, creó el Instituto del Tabaco de la República Dominicana, dedicado exclusivamente a la investigación agrícola sobre el tabaco. También se reorganizó toda la infraestructura tabaquera en la isla, de modo que se contrató a campesinos y artesanos para trabajar en las nuevas plantaciones y fábricas de tabaco. Sin embargo, las enormes inversiones se tambaleaban por la inestabilidad política a causa de una guerrilla muy activa que mantenía a distancia a los inversores.
En las décadas de 1970 y 1980, cuando se abrió como zona de libre comercio la segunda ciudad más grande del país, Santiago de los Caballeros, los fabricantes que anteriormente producían sus puros en las Islas Canarias se trasladaron a la República Dominicana y empezaron a cultivar tabaco de más alta calidad a partir de semillas cubanas para su utilización en cigarros puros de calidad.
En 1969, el coloso del tabaco Consolidated Cigars, hizo un tímido intento de probar suerte transfiriendo a la isla la producción de su marca Primo del Rey. Otro audaz pionero fue Manufacturas de Tabacos S. A. (Matasa) que, en 1972, transfirió la producción de su Juan Sosa de Miami a la República Dominicana. Pero incluso entonces, la producción no llegó a su completo desarrollo hasta 1978, cuando los comunistas sandinistas derrocaron a Somoza en Nicaragua. Con sus vecinos de Honduras también bajo la seria amenaza del comunismo, la República Dominicana se convirtió en el mejor lugar del cinturón caribeño para el cultivo y manipulado del tabaco.
En 1970, General Cigars estableció una fábrica en Santiago. En poco tiempo la fábrica ya estaba produciendo algunas de las mejores marcas de la compañía: Partagás, Ramón Allones, Canaria d’Oro. No queriéndose quedar atrás, Consolidated Cigars se expandió, instalando otra fábrica en La Romana, en la costa sureste de la isla. Esta gigantesca plantación empleaba a mil seiscientos cincuenta trabajadores. Desde 1982, todas sus marcas han sido transferidas a la República Dominicana: Montecruz, H. Upmann, Don Diego… Al abrirse el camino, otras compañías siguieron los mismos pasos. Desde Florida llego la familia Fuentes que, en pocos años, se convertirían en los mayores productores de la isla con más de veinticinco millones de unidades producidas anualmente en sus cuatro fábricas. Sin ninguna duda, el país ofrecía las mejores condiciones tanto para el cultivo del tabaco como para su comercio. Tabaco de calidad, mano de obra experta y abundante, y autoridades dispuestas a cooperar.
En 1990 llegó el traslado de Davidoff, que se instaló en Santiago para desarrollar una nueva y más ligera línea de sus cigarros. Como ya indiqué en mis entradas anteriores Avo Uvezian, estableció su industria en sociedad con Hendrik Kelner (TABADOM). Kelner fue la persona elegida también por Zino Davidoff cuando se trasladó a R. Dominicana. Y de este modo, un país desconocido internacionalmente en la industria del tabaco, pudo llegar a derrotar al campeón que reinaba imbatible; con ello se había consumado el final de una era[1].
Sin embargo el éxito del cigarro puro tiene, en parte, su origen en otro lugar. Los norteamericanos, conducidos por médicos y abogados, han avanzado un largo e importante camino para prohibir el cigarrillo a beneficio de los fabricantes de puros. Su éxito fue tal que, en 1993, la venta de cigarrillos descendió en picado, mientras que las ventas de cigarros puros subían a las nubes. Apareció una abundante y floreciente clientela, y sus demandas doblaron las exportaciones en pocos años. Antes de 1993, las exportaciones se mantenían alrededor de 55 millones de unidades. En 1994, la República Dominicana se convirtió en el mayor exportador mundial de cigarros hechos a mano: 90 millones de unidades frente los cincuenta y cinco millones de Cuba; a principios del siglo XXI, estaban por encima de los 300 millones de unidades, haciendo de la República Dominicana el mayor exportador del mundo, muy por encima de Cuba, Honduras, Jamaica y México. Estos datos son más impresionantes cuando consideramos que la exportación de cigarros no existía a principios de la década de 1960. Europa, apenas consume un tercio de la producción dominicana, mientras que docenas de nuevas marcas, la mayoría americanas, se crean cada año en la isla, y el crecimiento parece imparable.
La mayoría de las 240.000 hectáreas de plantaciones de tabaco actuales se encuentra en la parte noroccidental, en los valles de Santiago de los Caballeros y Cibao, y la mejor zona es el valle de Yaqué, que se extiende hacia el noroeste, hasta la ciudad de Esperanza. El valle de Yaqué es el equivalente dominicano de la Vuelta Abajo cubana, y la segunda mayor región del mundo en el cultivo de tabaco de alta calidad. La tierra se divide en vegas, como en Cuba, siendo las más renombradas Villa Gonzales, La Canela y Jacagua.
Se cultivan en la isla tres tipos de tabaco para cigarros. Una variedad local llamada olor dominicano, usada para los modelos más suaves, y dos variedades cubanas, piloto cubano y San Vicente, usadas para los modelos más fuertes y con más cuerpo. El piloto cubano proviene de las semillas de Vuelta Abajo y es la más rica y más fuerte de las tres variedades. La variedad San Vicente es un híbrido derivado del piloto cubano. Hay unas cuatro mil quinientas vegas en el Valle de Yaqué. La mayor parte del tabaco cultivado se utiliza como tripa, principalmente las tres variedades ya citadas: piloto cubano, olor dominicano y San Vicente. Sin embargo, algunos productores innovadores, entre los que destaca Arturo Fuentes, han creado sus propias haciendas y han venido experimentando con el cultivo de tabaco para capa, a menudo con gran éxito.
A partir del año clave de 1993, el precio del tabaco ha aumentado considerablemente. La cosecha es generalmente comprada por intermediarios, que a su vez la venden a distintas fábricas. Algunos cultivadores, sin embargo, están asociados por contrato a fábricas particulares.
Tabacos Dominicanos (Davidoff), por ejemplo, mantiene en la Villa Gonzales un área con una red exclusiva de unas cuarenta plantaciones, además de las propias. Los mayores fabricantes están instalados en el corazón del Valle del Yaqué, en Santiago y en Villa Gonzales. Las factorías emplean a varios centenares de torcedores para poder alcanzar los volúmenes de producción arriba citados, del orden de varios millones de unidades al año. Los Fuentes, por ejemplo, requieren unos quinientos torcedores para satisfacer la demanda. Algunas de sus mayores marcas se elaboran en las fábricas de la misma compañía, pero otras de sus marcas se realizan con su estricto control de calidad en pequeñas fábricas locales, con otros propietarios y una sólida reputación. La compañía que vende la marca Paul Garmirian, por ejemplo, tiene su centro en Washington pero encarga la fabricación a Tabadom.
[1] Ver entradas anteriores sobre Davidoff y Avo Uvezian
TORCEDORA DOMINICANA
Los dominicanos con su larga tradición en la elaboración de cigarros puros han probado con creces su habilidad en la creación de gran diversidad de modelos. Se tarda unos seis meses para formar adecuadamente a un torcedor; la demanda de torcedores experimentados, tras la proliferación de nuevas fábricas, ha provocado que el sueldo medio de un torcedor se haya multiplicado por quince respecto a lo que ganaba antes de 1993. En treinta años de fabricación, los puros dominicanos han mejorado constantemente, y se han ganado a pulso su actual reputación. La Republica Dominicana no solo ha superado ampliamente a Cuba en producción, sino que también ha conseguido una comparación justa con su adversario en términos de calidad.
Sin embargo, el problema del cuerpo del tabaco y de sus cualidades aromáticas perdura. Por ello, el tabaco es generalmente mezclado con otras variedades y usado como tripa y, menos a menudo, como tirulo o capote. En consecuencia, los tabacos más fuertes aún deben importarse, generalmente de Honduras, México y Brasil.
Otro punto débil es que las hojas dominicanas no son adecuadas para las capas de alta calidad, y estas también deben ser importadas, básicamente de Camerún y Ecuador. A pesar de todo, la familia Fuentes consiguió recientemente producir unas capas auténticamente dominicanas derivadas de hojas del piloto cubano. Se trata de las magníficas hojas con tinte rosado con las que elabora su línea Fuentes Opus X.
Y una última reflexión. Con el previsible levantamiento del embargo USA a Cuba y la apertura de su mercado para los habanos, es de suponer aumentará la demanda en aquel inmenso mercado. Ello provocará sin duda una elevación de los precios, que unido a la alta tributación que grava el tabaco convertirá el disfrutar de un buen puro en un lujo al alcance de pocos. Los que somos aficionados a los tabacos dominicanos, esperamos que mantengan unos niveles de precios y calidad que nos permitan seguir disfrutando de ellos. Los que somos aficionados a los tabacos dominicanos, esperamos que mantengan unos niveles de precios y calidad que nos permitan seguir disfrutando de ellos.
La persecución inquisitorial que sufre nuestra afición contrasta con la permisividad que observo en otros campos. Recientemente he encontrado un local, cerrado a las miradas externas con un letrero en la puerta que indica “Asociación de fumadores Green Seed Alacant”. La curiosidad me ha llevado a entrar para ver si podíamos acceder los fumadores de puros y me he encontrado con unos amplios y lujosos locales donde se sirven bebidas y se fuma, según me informan, de todo pero abajo dejo un enlace para que el que quiera saber más lo abra y saque sus propias consecuencias.
https://www.facebook.com/Green-Seed-Alacant-new-352907701528410/?fref=ts
Agradecimiento: Este artículo está especialmente dedicado a D. Manuel Inoa de La Aurora, la persona con la que más he aprendido acerca del tabaco y de los cigarros puros.
Esta es otra afición en la que coincidimos. Habitualmente me inclino por el tabaco cubano, pero tras leer tu anterior post, voy a sumergirme un poco en esa otra isla .
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Una de las cosas que me ha separado del tabaco cubano es lo mal que tiran Los puros. He tenido que tirar estupendos Cohibas. Si pruebas, verá como tiran de principio a fin. Si te gustan los puros Fuertes, La Aurora 1492, tiene una serie suave y otros más fuertes. Vega Fina también tiene otra línea de tabaco fuerte.
México también tiene unos puros magníficos con tabaco del Valle de S. Andrés. La marca genérica es Te Amo. Los más suaves que me gustan a mí son marca Andrea’s.
También hay muy buenos en Honduras, Guatemala, Ecuador, etc.
Te doy dos páginas de FBK: La Cava de los Puros, que también edita una revista que regalan en algunos estancos. La otra es la de nuestro Club, Puro Humo.
Saludos
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Como sabes, también Davidoff, Avo Uvezian y otras marcas se hacen en dominicana.
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