ALVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA
LA GESTA DE ALVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA.
Alvar Núñez Cabeza de Vaca nació entre 1488 y 1490 en el seno de una familia hidalga. En 1512 se alistó en las tropas de la Liga Santa, formada por varios países, entre ellos España, para luchar contra Francia. Sirvió en las campañas de Italia y participó en la batalla de Ravena y poco después pasó a ser alférez en Gaeta. Posteriormente, luchó en conflictos acaecidos en España. En 1520 peleó en la Guerra de las Comunidades al tiempo que, huérfano de padre y madre, pronto entró al servicio de la casa de Medina-Sidonia como mensajero. Participó en la Toma de Tordesillas y en la Batalla de Villalar. En 1522 combatió en la Batalla de Puente la Reina, en Navarra. En 1527 parte hacia las Américas, junto a su esclavo negro de origen bereber Estebanico, en la expedición de Pánfilo de Narváez que tenía como misión la exploración de la costa del golfo de México entre la Florida y el río de Las Palmas (Río Grande).
Tras el desastre y desembarco en la Isla del Malhado, sobrevivieron algunos hombres gracias a la ayuda de los pocos indios que allí habitaban, quienes a pesar de ser muy pobres, solo se alimentaban de raíces, bayas y pescado, ayudaron a los náufragos todo lo que pudieron, y eso les permitió sobrevivir.
Según Cabeza de Vaca, en la isla del Malhado, los indios ofrecieron a los náufragos trabajar como curanderos; a Alvar le pareció absurdo, pero aceptó porque era una forma de sobrevivir. Cuando llegó la primavera solo quedaban trece supervivientes, que decidieron irse de la isla y abandonar a Cabeza de Vaca, que estaba enfermo y sin apenas movilidad. Dejaron a otros dos de sus compañeros, uno de los cuales murió al cabo de unos días. El otro desapareció pronto y jamás se supo de él. Los indios trataron a Cabeza de Vaca con indiferencia. No acabaron con su vida, pero tampoco lo ayudaron. Los trece compañeros que habían abandonado a Cabeza de Vaca cayeron en manos de tribus guerreras que acabaron cruelmente con la mayoría. (Gracias al proceder de Narváez, que era conocido entre las tribus indias). Solo sobrevivieron tres: Andrés Dorantes Carranza, de Béjar, Alonso del Castillo Maldonado, de Salamanca, y el esclavo beréber Estebanico.
Cabeza de Vaca y sus compañeros pasaron con los indios al continente. Cabeza de Vaca comenzó a vagar de un lado a otro, sin que a los indios pareciese importarles lo más mínimo: era un ser decrépito debilitado por la enfermedad inútil para toda actividad. Estos paseos se convirtieron pronto en largas marchas que le llevaron cada vez más lejos. Entró en contacto con tribus del norte de las que obtenía pieles, pedernal para las flechas, juncos recios para hacer arcos y almagre para la pintura del rostro de los guerreros. Inició un interesante comercio, ya que a cambio entregaba objetos fáciles de encontrar en la costa, desde conchas marinas a cuentas de madreperla. Fue adquiriendo importancia en la tribu, pues sus compañeros empezaron a ver al hombre blanco barbudo como alguien útil para la tribu.
Cada viaje robustecía su cuerpo y su ánimo. Cabeza de Vaca, recorrió miles de kilómetros por regiones extrañas. Llegó muy al norte, pues describe a los bisontes de las llanuras, a los que denomina “vacas con joroba”, por lo que se supone que debió alcanzar el territorio del río Colorado, en Texas. Sus cada vez más amplios conocimientos geográficos y sociales, fruto del contacto con tríbus muy diferentes entre sí, le hicieron comprender las relaciones de poder y de convivencia de los indios y aprender las técnicas chamánicas. Cabeza de Vaca decidió aprovechar además sus conocimientos de medicina (superiores a los de los indios) para ejercer como chamán u hombre medicina, y se hizo famoso entre los aborígenes practicando la medicina al estilo indio.
Cuando por fin los cuatro supervivientes se encontraron, (siete años después, septiembre de 1534 ), en un lugar indeterminado al oeste del río Sabine, en Texas, planearon la fuga. Tardaron diez meses en llevarla a la práctica. Tiempo en el que Cabeza de Vaca instruyó a sus compañeros en el arte de la medicina india. Cuando por fin escaparon, en agosto de 1535, de la tribu de los avavares con la que vivían, eran poderosos chamanes, hombres notables que eran tratados con respeto por los indios que se encontraban en su camino.
Sufriendo tremendas penalidades, recorrieron Texas y entraron en Sonora –parece que no entraron en Nuevo México, aunque durante un tiempo así se creyó— y en estos territorios encontraron a los indios jovas que practicaban una rudimentaria agricultura. Habitaron algún tiempo en tierras de los pimas y en la Sierra Madre encontraron una tribu que se alimentaba de corazones de gamo. A una sola jornada de marcha encontraron un indio que llevaba la hebilla de un tahalí europeo y unos clavos de herradura. Les dijo que eran de unos hombres barbados con los que había combatido.
Entusiasmados al pensar que estaban cerca de volver a ver españoles, marcharon hacia el sudoeste. Pensaban que en cualquier momento contactarían con sus compatriotas, y así fue en efecto. Se enteraron de que la zona que atravesaban -Sinaloa, en México–, estaba asolada por una partida de cazadores de esclavos, que había extendido el temor hacia los hombres blancos entre las tribus.
Acompañado de Estebanico y de once indios, Cabeza de Vaca rastreó la partida de españoles a la que alcanzó. Se presentó a su capitán, Diego de Alcaraz, que mandaba a otros tres hombres, tan brutales como él, dedicados a capturar esclavos para las minas y las encomiendas. Aunque la historia de los supervivientes le pareció un disparate increíble, Alcaraz extendió un documento con fecha y firma en el que reconocía que Alvar Núñez Cabeza de Vaca se había presentado ante él. Cinco días después Dorantes y Castillo se reunieron con Cabeza de Vaca y Estebanico, así como varios centenares de indios. Se produjo un grave incidente cuando Alcaraz y sus hombres intentaron esclavizar a los aborígenes, algo que los cuatro caminantes lograron impedir.
El 1 de mayo de 1536 Cabeza de Vaca y sus compañeros llegaron a Culiacán, donde fueron muy bien recibidos por Melchor Díaz, hombre notable que años después dirigiría dos expediciones al norte, a California y Arizona, donde murió en un accidente en 1540. Desde allí se dirigieron a Compostela, Capital de Nueva Galicia, un recorrido de 300 millas a través de un territorio repleto de indios hostiles.
Habían recorrido el sur de Texas, cruzando el Río Grande aproximadamente a la altura de la actual ciudad de El Paso y, tras atravesar los actuales estados mexicanos de Coahuila, Chihuahua y Sonora, se encontraron, cerca de ocho años después de su partida y tras haber pasado innumerables penalidades, con el grupo mandado por el capitán Alcaraz.
Finalmente, llegaron a Ciudad de México, donde ya era conocida su historia y fueron recibidos con grandes honores por el virrey Antonio de Mendoza y por Hernán Cortés. Al parecer, tardaron algún tiempo en acostumbrarse a las ropas y comida de la civilización. Estebanico se quedó en Nueva España, participó años después en la expedición a Nuevo México de fray Marcos de Niza y murió asesinado por los indios. Cabeza de Vaca y sus otros dos compañeros regresaron desde Veracruz a España el 10 de abril de 1537.
Alvar Núñez fue quien trajo, las primeras noticias sobre las legendarias siete ciudades de Cíbola y Quivira, ricas en oro, que expediciones posteriores, como las de Marcos de Niza o Vázquez de Coronado intentaron, sin éxito, hallar. La narración y la descripción de los recorridos que hicieron los supervivientes avivaron el ansia de conocer lo que había más allá del Río Grande.
Los tres expedicionarios tuvieron una suerte muy distinta. Castillo volvió a México, donde se casó y pasó el resto de su vida, y lo mismo hizo Dorantes. En cuanto a Cabeza de Vaca, logró ser nombrado Segundo Adelantado del Río de la Plata. Allí fue el primer europeo que vio las cataratas de Iguazú (donde hay una placa conmemorativa), exploró el curso del río Paraguay y sometió a algunas tribus indígenas. Sin embargo, fracasó como gobernante. Los colonos españoles establecidos con anterioridad, encabezados por Domingo Martínez de lrala, rechazaron su autoridad, se sublevaron en 1544 y enviaron a Cabeza de Vaca a España acusado de abusos de poder. El Consejo de Indias lo desterró a Orán en 1545, pero ocho años más tarde fue indultado y se estableció en Sevilla como juez. Después, tomó los hábitos y vivió en un monasterio el resto de su vida, hasta que falleció en Jerez de la Frontera rondando los 70 años.
No obstante siempre será recordado por su increíble aventura pues como dijo de él Charles Fletcher Lummis, historiador norteamericano, que estimó que había recorrido más de 10.000 kilómetros:
En un mundo tan grande, tan viejo y tan lleno de hechos memorables […], es sumamente difícil de cualquier hombre decir que fue el más grande de todos en tal o cual cosa; y aun tratándose de marchas a pie, ha habido tantas y tan notables, que hasta desconocemos algunas de las más pasmosas. Como exploradores, ni Vaca ni Docampo rayaron a gran altura, por más que las exploraciones del último no son de despreciar y las de Vaca fueron importantes. Pero como proezas de resistencia física, de las jornadas de estos olvidados héroes puede afirmarse con toda seguridad que no tienen paralelo en la historia. Fueron las marchas más asombrosas que ha podido hacer hombre alguno.
Monumento a Alvar Núñez Cabeza de Vaca en Houston (Texas)Primer europeo que piso suelo texano.
Dos reflexiones al hilo de esta historia.-
1ª. Es casi una constante que la mayoría de las grandes figuras históricas que llevaron a cabo las hazañas de la exploración, conquista o defensa de los nuevos territorios, hayan sufrido condenas por el Consejo de Indias y hayan terminado sus días en cárceles o en el destierro. Volveré sobre el tema.
2ª. Sorprende que a las actuales generaciones se les haya hurtado la riquísima historia de un periodo en que, gracias a esa pléyade de héroes que llevaron a cabo hazañas casi sobrehumanas, España fue el más grande y poderoso país del mundo. Falta de cultura y turbios intereses políticos han llevado a un ocultamiento de esta grandiosa historia. La cesión de la enseñanza a los entes autonómicos ha sido el mayor error de nuestra historia reciente.
FUENTES
“Exploradores españoles en América”. Charles Fletcher Lummis. Ed. Laoconte. Un gran hispanista, divulgador y vindicador de la influencia determinante de España en la forja de Estados Unidos.
«Banderas Lejanas» de Fernando Martínez Laínez y Carlos Canales Torres. Ed. EDAF. Recomiendo a quienes quieran conocer a fondo la exploración y conquista de Norteamérica por España, la lectura de esta documentadísima y amena obra.
Para ampliar las biografías de los personajes he consultado la página web “Biografías y Vidas”, un tesoro para la obtención primaria de información sobre cualquier personaje histórico de cualquier época y campo de actividad.
Relación del viaje de Pánfilo de Narváez al río de las Palmas hasta la punta de la Florida, hecha por el tesorero Cabeza de Vaca. (Año 1527). En la biblioteca virtual Cervantes: cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcd7974
Otro tesoro para la búsqueda de obras antiguas y descatalogadas.
“Naufragios” Alvar Núñez Cabeza de Vaca. (Valladolid, 1555) En biblioteca virtual Miguel de Cervantes: cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc542k7
Hay muchas obras y trabajos sobre este personaje, suyas y de otros autores que han glosado su figura. Entre otras una muy curiosa de titulo:«El gran burlador de América. Alvar Núñez Cabeza de Vaca» de Juan Francisco Maura que se recoge también su actividad posterior en Sud America.
Por supuesto, Wikipedia, donde además de gran profusión de datos se pueden encontrar las imágenes con las que acompañar los textos.
“A history of the American People”. Paul Johnson. Ed. Harper Perennial. Una gran historia de los Estados unidos de América a través de sus gentes.
Diversos estudios monográficos sobre las interacciones entre España y America del Norte, publicados por la Fundación Consejo España-EEUU.