HOTEL TORRE LAURENTII

HOTEL TORRE LAURENTII

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Sant Llorenç de la Muga

Sant Llorenç de la Muga es un pueblo de origen medieval situado en el Alto Ampurdán, comarca catalana del prepirineo gerundense.  Los historiadores sitúan sus orígenes en el año 972, basándose en documentos encontrados en la parroquia de Sancti Laurentii de Sambuca. Se encuentran otras referencias documentales a lo largo del S. XI. Pese al tiempo y las vicisitudes pasadas, conserva parte de sus murallas, estructura ciudadana y numerosos edificios en muy  buen  estado de conservación.

A partir del año 1160, la villa de Sant Llorenç formó parte de las posesiones del noble Arnau de Llers. En 1225, Bernat de Llers, descendiente del anterior,  vendió el Castillo con sus edificaciones y dependencias al rey Jaume I.

El rey Jaume I mantuvo la posesión del castillo y la villa hasta el año 1272, cuando su hijo, el infante Pere, permutó la villa de Sant Llorenç de la Muga por la villa de Torroella de Montgrí con Dalmau, hijo del vizconde Joffre de Rocabertí.

Desde entonces y hasta el año 1900, cuando murió la última condesa de Peralada, Juana Adelaida de Rocabertí, la villa de Sant Llorenç de la Muga perteneció al linaje de los Rocabertí, condes de Peralada.

Desde el s. XV hasta mediados del s. XVIII hubo un aumento constante  de la población. La mayoría dedicada a la agricultura y a la ganadería. Paulatinamente se fue iniciando la actividad artesanal de producción de paños, compatible con las actividades principales mencionadas.

A partir de la segunda mitad del S. XVIII se construyó la Real Fundición de Sant Sebastià de la Muga (1771-1794) dedicada a la fabricación de balas de cañón y municiones. La sobreexplotación de los bosques de encinas y robles para la producción de carbón destinado a mantener en funcionamiento la Real Fundición, provocó un cambio radical en el paisaje de Sant Llorenç y su entorno más cercano. Cambio que, afortunadamente, se ha revertido dando como resultado un magnifico paisaje de bosque mediterráneo.

De principios del S. XX, destaca la labor que desarrolló la familia Camps Armet en la villa de Sant Llorenç. Un miembro de esta acomodada familia, Albert Camps Armet (1849 – 1923) impulsó la construcción de una nueva carretera de Figueras hasta Albanyà dando un empujón definitivo a la consolidación de toda la zona.

EL HOTEL

En este enclave, se encuentra el Hotel Torre Laurentii, un lugar ideal  para el descanso activo o para un retiro romántico. Está ubicado en una casa fuerte señorial de 1611, adosada a la muralla medieval, que fue en su época de mayor esplendor, domicilio y estudio del notario y recaudador de impuestos de la zona. Pasó a los propietarios actuales a mediados de los 90 del pasado siglo.

La historia de la reforma del hotel es la de una lucha para imponerse a las dificultades de todo tipo de dos personas sin experiencia previa en ese tipo de trabajos, sumamente difíciles y complicadas hasta para expertos. Se empezaron las obras de restauración y conversión en hotel en  2002 y abrió sus puertas al público en julio del 2006, tras un complejo trabajo de restauración y adaptación a las necesidades actuales.

Como en todos los edificios con una historia tan dilatada, en la decoración y el mobiliario, hay una mezcla de estilos debido a las modificaciones y actualizaciones llevadas a cabo  a lo largo de los siglos. En la medida de lo posible, en el acabado de interiores se ha mantenido la estructura y decoración original. Al parecer, las últimas reformas anteriores a su conversión en hotel, fueron en la década de los 50 del pasado S. XX. El resultado final es, para mí, muy atractivo.

No cuenta más que con siete habitaciones. Todas decoradas de forma distinta y con gusto exquisito.

La mayor parte de los muebles de habitaciones y salones, son originales de la casa. Verdaderas joyas; construidos con maderas nobles y detalles decorativos de marquetería. También hay lámparas  y objetos de decoración de gran calidad. Hay imágenes religiosas  antiguas, algunas de mérito. Una preciosa Virgen del Carmen, está  expuesta en una de las salas del hotel. Completan el mobiliario informal, muebles de caña de ratán de estilo colonial inglés fabricados en las Filipinas.

El resultado del conjunto es sorprendente. Su aspecto exterior es el de una casa fuerte medieval adosada a la muralla defensiva de la ciudad. Su interior, sin embargo, es confortable y acogedor. Las habitaciones son amplias y muy bien decoradas; los cuartos de baño son amplios,  modernos y muy completos. Se accede a las habitaciones por una terraza-galería porticada, provista de muebles informales muy confortables; un lugar apto para la lectura o la meditación tranquila.

Los jardines son la maravilla que completa el conjunto. Deliciosos rincones tranquilos y románticos; un pequeño y recoleto templete  vegetal, que se diría extraído de un decorado de Romeo y Julieta… Árboles centenarios, fuentes repartidas aquí y allá y una profusión de rosales y otras plantas de flor convierten la estancia en un solaz para el espíritu.

Pilotan esta nave magnifica un joven matrimonio, Cristina y Stephan. Una catalana y un norteamericano de Miami, con mucho mundo a sus jóvenes espaldas. Tras esa unión, late una bella historia de amor gestada en dos continentes. Dirigen el hotel con la familiaridad, simpatía y proximidad de una casa de huéspedes, lo que hace la estancia mucho más agradable. Stephan cuenta con una buena colección, casi un museo, de whisky de todas las marcas y procedencias que uno pueda imaginar: escoceses, irlandeses,  norteamericanos y de cinco años, de  quince, veinte y hasta reservas especiales.  En cuanto al ron, no le anda a la zaga.

Es una base ideal para hacer excursiones a toda la zona circundante que es de una gran belleza. A escasos 7 kilómetros, se encuentra el pequeño pueblo de Albanyá, con restos de las antiguas murallas medievales, una iglesia románica en bastante buen estado de conservación y otros edificios interesantes. A partir de ahí se entra en la Alta Garrotxa, ya estribaciones del pirineo, con el caudaloso río Muga que nos acompaña un buen trecho a lo largo del camino; frondosos bosques y montaña con pistas y caminos muy bien cuidados. Es una magnifica zona para colmar los deseos de los aficionados a las setas, pues las hay de todo tipo y en casi cualquier época. En pocos kilómetros de pista se alcanzan repechos desde los que se divisa la costa mediterránea: Figueras, L’Escala, Rosas, Cadaqués, Cabo de Creus…

Una cocina sin complicaciones completa el cuadro. Cocina de mercado y sencilla que utiliza todos los ingredientes naturales que se producen en la zona. No es lugar para la degustación de cocina típica ampurdanesa, seguramente, porque tampoco los huéspedes la demandan.

Un sitio magnifico para relajar tensiones y cargar las “baterías” o para una escapada romántica. Aunque hice algunas fotografías, creo que son mejores las que hay en página web. Aquí dejo el enlace  para que podáis apreciar la belleza de este precioso hotel y os animéis a visitarlo en esta hermosa primavera.

 http://www.torrelaurentii.com/

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