UNA HISTORIA PARA EL RECUERDO: RAMONET
Allá por el año 75 o 76, nos reunimos a cenar un grupo de “conspiradores”, no sé con qué motivo, creo recordar que en el restaurante que había en la terraza del Hotel Carlton. Capitaneaba la partida el inolvidable y para mi muy querido Juan Antolí Barrachína. Alcoyano de pro, inteligente, hombre de bien, y con gran sentido del humor. Estaba al frente de la Compañía de seguros Unión Iberoamericana, propiedad de Hidroeléctrica Española.
En todos aquellos saraos, no podía faltar el gran “Ramonet”; Antolí, para ayudarle lo utilizaba como chico de los recados, le daba algunas propinas y aquel le tenía un afecto y fidelidad casi perruna.
La Foguera de Alfonso el Sabio, tenía un Ninot muy peculiar. Era un “Chuano”, con su traje típico, de tamaño natural, montado sobre una plataforma con ruedas y el encargado de transportarlo en desfiles y pasacalles, también vestido con el traje típico de huertano alicantino, era Ramonet. El brazo derecho del ninot estaba flexionado por el codo, dirigiendo el antebrazo hacia su cara y, su dedo índice apuntaba hacia su ojo derecho. Al moverse la plataforma, por efecto de algún muelle oculto, el dedo índice se movía en aquel gesto que se hacía para indicar a alguien, que tuviese cuidado. La plataforma llevaba un letrero con el texto:”Obri l’ull”.
Tenía Ramonet una forma muy especial de hablar; alguna dificultad de fonación le daba una gran nasalidad a su habla, y se comía letras, haciendo algunas palabras casi ininteligibles para quien no estaba acostumbrado a tratarlo.
Lo que no sabe mucha gente, es que Ramonet, cuando se había tomado un par de copas hacía una imitación perfecta de Franco en sus discursos, habilidad que le había ocasionado más de un disgusto. Al final de la cena, ya con alguna copa de más, los presentes empezamos a pedirle a Ramonet que hablara. Él ya sabía lo que queríamos y se negaba, porque había detectado la presencia de algún policía (los conocía a todos). Tengo que aclarar para los jóvenes, que en aquellos tiempos las reuniones de más de un cierto número de personas tenía que comunicarse al Gobierno Civil. Si había personas significadas políticamente, siempre se pasaba por allí alguien de la policía.
Después de mucho insistir, Ramonet se puso en pie y para regocijo de los presentes, no solo de sus amigos sino de todo el comedor, largó un discurso, incluso con el típico movimiento de la mano derecha arriba y abajo, característico del personaje, que hizo revolcarse de risa a la gente.
Naturalmente, tuvo consecuencias. Pero no con la policía nacional, sino con la local. Por entonces, había un cabo o sargento de infausto recuerdo: Chimo. Disfrutaba maltratando a pobre gente inofensiva. Con el tiempo llegó a Jefe de la policía local de Alicante, (supongo que por méritos del estilo de este) donde actuaba como los sheriffs corruptos de algunas películas del oeste americano. En mi actividad Profesional tuve algún encontronazo con él por cierres arbitrarios de establecimientos que no atendían sus deseos.
Pasados algunos años me contó un día Antolí que la mañana anterior, como a las seis, tocaron insistentemente a su puerta. Muy alarmado, se levantó para ver quién era. En la puerta estaba Ramonet con una gran sonrisa en su cara. El diálogo fue más o menos el siguiente y creo que no tiene tanta gracia escrito como contado, porque no se puede reproducir la forma de hablar de Ramonet:
-Pero chico Ramón, ¡cómo me despiertas a estas horas!, ¡menudo susto nos has dado! ¿Qué pasa, qué quieres?
-“¡Tú et recordes qu’en va fotre cuatre guantasos moltes voltes –dijo Ramón muy excitado- pos, pos, pos….”
-Ché Ramón, tranquilízate y dímelo despacio que no entiendo nada.
-“¿T’en recordes qu’en va fotre moltes guantazos o no?
– Quien Ramón, quién.
– “Qui va ser, el fill de s’a mare de Chimo, eixe, eixe, eixe… ¡fill de puta!”
– ¿Y por eso vienes a verme a las seis de la mañana?
– ¡El fill de puta s’a mort, ya s’a mort. T’en recordes qu’en pegaba bofetaes, pos s’a mort y hui l’enterren! ¡Y pense anar al enterro p’a dili que mai mes en fotra…!¡En pisharé en ell cuan tot el mon s’en vaya!
Juan Antolí me dijo que la risa que le entró terminó de espabilarlo.
-Anda, pasa Ramón, vamos a tomarnos un café con leche y unas tostadas.
Personaje entrañable Ramonet, como muchos otros que se dan casi en todas las ciudades provincianas no muy grandes y que permanecen en el recuerdo de todos los que los conocieron con un toque de ternura por su simplicidad.
¿Hay algún personaje de este tipo en la actualidad en Alicante? ¿Somos ya una ciudad demasiado grande? ¿Se ha perdido la inocencia…?
OBRI L’ULL
(Pido disculpas por mi valenciano. Es una interpretación puramente fonética)